sábado, 20 de septiembre de 2014

Capítulo uno.


Domingo, 28 de octubre del 2012, 7:29 pm.


Me pongo de pie y miro hacia mi cama, conteniendo la respiración por miedo a los sonidos que aumentan desde el fondo de mi garganta. 
No voy a llorar. 
No voy a llorar. 

Poco a poco desciendo hasta mis rodillas, pongo mis manos en el borde de la cama y paso mis dedos sobre las estrellas amarillas cruzando el fondo azul intenso del edredón. Observo las estrellas hasta que comienzan 
a difuminarse por las lágrimas que están nublando mi visión. Aprieto mis ojos cerrados y entierro mi cabeza en la cama, agarrando puñados de la manta. Mis hombros comienzan a sacudirse mientras los sollozos que he estado tratando de contener salen violentamente de mí. Con un rápido movimiento, me pongo de pie, grito y arranco la manta de la cama, tirándola al otro lado de la habitación. Tomo las almohadas de la cama y las arrojo al reflejo en el espejo de la chica que ya no conozco. Puedo ver cómo la chica en el espejo me mira fijamente, sollozando patéticamente. La debilidad en sus lágrimas me enfurece. Empezamos a correr hacia la otra hasta que nuestros puños chocan contra el cristal, rompiendo el espejo. Observo mientras ella cae en un millón de pedazos brillantes sobre la alfombra. Agarro los bordes del armario y lo empujo hacia un lado, dejando salir otro grito que ha sido reprimido por mucho tiempo. Tomo los paneles de cortina azul transparente y los arranco hasta que la barra se rompe y las cortinas caen a mí alrededor. Me acerco a las cajas apiladas en un rincón y, sin siquiera saber qué hay dentro, tomo la que está arriba y la tiro contra la pared con tanta fuerza como mi metro sesenta puede reunir. 

¡Te odio! —Lloro—. ¡Te odio, te odio, te odio! 

Estoy tirando todo lo que puedo encontrar frente a mí hacia cualquier otra cosa que puedo encontrar frente a mí. Cada vez que abro la boca para gritar, pruebo la sal de las lágrimas que están corriendo por mis mejillas. Los brazos de Peter repentinamente me envuelven desde atrás y me agarra con tanta fuerza que me quedo inmóvil. Me estiro, sacudo y grito un poco más hasta que mis acciones ya no son pensadas. Sólo son reacciones. 

Detente —dice tranquilamente contra mi oído, incapaz de liberarme. Lo escucho, pero pretendo que no. O simplemente no me importa. Continúo luchando contra sus brazos, pero sólo aprieta su agarre. 

¡No me toques! —grito a todo pulmón, arañando sus brazos. De nuevo, no lo perturba. No me toques. Por favor, por favor, por favor. La pequeña voz hace eco en mi mente e inmediatamente me vuelvo inerte en sus brazos. Me vuelvo más débil mientras mis lágrimas se fortalecen, consumiéndome. Me convierto en nada más que un recipiente para las lágrimas que no dejan de derramarse. Soy débil, y lo dejo ganar. Peter afloja su agarre a mí alrededor y coloca sus manos sobre mis hombros, luego me gira para encararlo. No puedo ni mirarlo. Me deshago contra su pecho por el cansancio y la derrota, tomando su camisa en puños mientras sollozo, mi mejilla presionada contra su corazón. Coloca su mano en la parte posterior de mi cabeza y baja su boca a mi oído. 

Lali. —Su voz es firme y nada afectada—. Necesitas irte. Ahora


¡¡ESPERO QUE OS GUSTE!! Es una buena forma de empezar la nove.

GRACIAS, ♥.

10 comentarios: